miércoles, 22 de abril de 2009

Testimonio de Juan Gualberto Valdés Huergo, Berto

Bajamos las escaleras y me encuentro a Medinita sentado en uno de los escalones de abajo. Tenía un balazo en el pecho, pero un balazo que parecía producido por una ametralladora calibre 30, porque por la espalda se veía un boquete grande. Lo está atendiendo Pedro Ortiz y yo lo ayudo. Él nos dice: < Déjenme, váyanse, que aquí no se puede recoger a nadie: Esa es la orden que hay>. Estaba casi moribundo, muy mal herido. Recojo una pistola de un policía que está muerto. Había afuera un compañero que se llama Evelio Prieto, que dirigía a la gente que iba saliendo. Nos decía: No se tiren ahora. Esperen a que pase la ráfaga. Después de la ráfaga aprovechábamos y arrastrándonos salimos del último piso. Y así salimos con vida. Allí también vi a Machadito gritando por Juan Pedro, desesperado. Yo tuve la suerte de tirarme en el suelo y salir vivo, porque otros cayeron. Cogí para el parque de enfrente con mi Thompson. Lo que nos tiraban era mucho, porque ellos se habían hecho fuertes en la azotea. Nos pusimos detrás de unos carros y lo que caía encima del techo de esos autos era una granizada de plomo. Nosotros ripostamos, ripostamos corriendo. Yo salí con Machadito, Evelio Prieto y un compañero que se quedó en otro lugar. No nos parapetamos, todo eso lo hicimos corriendo, corriendo tirábamos y así cruzamos el parque. Machadito va con un tiro en una pierna y Evelio con uno en la cara que no le permitía hablar

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