miércoles, 22 de abril de 2009

Testimonio de Juan José Alfonso Zúñiga

El grupo de apoyo contaba con más de 100 hombres y con armas muchos más potentes tenía situado un camión desde horas tempranas del 13 de Marzo que tenía un letrero que decía: "Tintorería Daytona" que estaba situado en Morro y Colón, a menos de 100 metros de la puerta por donde nosotros entramos, y entre ellas contaba con 10 ametralladoras bípode calibre 30 que eran las que tenían que situar en las azoteas aledañas al Palacio para precisamente neutralizar la guarnición militar de la Azotea que eran unos 100 hombres, los cuales si tenían un armamento poderoso, calibres 30, calibres 50. Este grupo de apoyo además nos tenía que reforzar con hombres y parque, y se nos dijo que iba a venir y atravesaba la calle Zulueta como antes decía para reforzarnos. Como había pasado el tiempo y no había llegado un solo hombre de ese grupo de apoyo yo tenía esa preocupación y le dije al compañero Norberto Hernández que le decíamos " El sordo", digo: . Cuando intenté pasar por el patiecito y caminé uno o dos pasos de arriba de la azotea, me dispararon ráfagas que me pasaron por el lado, tuve que retroceder y entonces le dije: Así lo hicimos, atravesé el patiecito, salí por la arcada esa por donde se entraba al Palacio, y fui hasta la acera, claro el tiroteo era infernal no se me escucharía ni a dos pasos, entonces yo hacía señas levantando los brazos como diciendo que vinieran que no había problemas y miraba pa'alla pa' Bellas Artes y miraba pa' la calle Colón, en dirección a Prado. No vi a nadie, es decir el grupo de apoyo no apareció en ningún momento, estando en esa gestión alguien me hizo un disparo que la bala me pasó aullando cerca de la cabeza y chocó contra la pared de Palacio, rápidamente me dije esto debe ser un francotirador, déjame quitarme que en el próximo tiro me van a dar en la cabeza y entré nuevamente dentro de Palacio y allí me dedique a intercambiar disparos con los guardias del tercer piso y la guarnición de la azotea. ¿Qué pasó? Al no ser neutralizada la guarnición militar de la azotea, ésta desplazó parte del armamento para el tercer piso, y allí se hicieron fuertes, porque ellos dieron por perdida la planta baja y el segundo piso, que ya lo tenían dominado nuestros compañeros, y desde el tercer piso comenzaron a rechazar el ataque. Tenían mejor posición, la altura del tercer piso, combatiendo desde allí contra los compañeros nuestros del segundo piso, a los que llegó un momento que se les agotó el parque y de hecho fracasó la operación al no ser neutralizada esa guarnición militar. Estando en esa situación bajaron algunos compañeros, yo recuerdo entre otros a Wangüemert que tenía la cara manchada de sangre, parece que tenía heridas de cristales, a Luis Goicochea, que fue uno de los que subió junto con Carlos, y que llegó a entrar dentro del despacho de Batista según él me contó después, Goicochea estaba colorado como una manzana, sin embargo se le veía sereno. Entonces me dijeron que habían matado a Carlos, que habían matado a Castellanos (José Castellanos Valdés)* y que la operación se había perdido y que no habían podido ajusticiar a Batista. Que había que retirarse. En esa situación, bueno, yo salí, recuerdo una cosa que es imborrable, un compañero que quedó tendido en uno de los escalones por donde uno tenía que entrar allí al Palacio un compañero de Pinar del Río, de apellido Medinita (Gerardo Medina)*, que quedó boca arriba con los ojos muy abiertos, ya desde la primera vez que yo entré a Palacio tuve que saltar por encima de él, estaba muerto desde los primeros momentos. Al yo salir en retirada, el compañero Ricardo Olmedo Moreno, estaba tirado en el suelo allí en la arcada y me dijo: < Oye no me dejes aquí que estos hijos de puta me van a rematar en el suelo y yo no puedo siquiera pararme, no me dejes aquí >. Como ya yo me iba a retirar, pues me dispuse a ayudar al compañero, me acerque a él, me arrodillé y le dije: . Él se colgó por el pescuezo, y yo lo tomé con la mano izquierda, creo que por la cintura y apoyando el M3 como si fuera un bastón a duras penas pude pararme y salí casi arrastrando a aquel compañero abrazado a mí hasta la acera, cuando llegamos a la acera, él me dijo: . Y le dije: < Si carajo que buena idea>. Lo senté en el asiento delantero de la Máquina que tenía las cuatro puertas abiertas, cerré la puerta delantera, las traseras, le di la vuelta al carro y me senté al timón. En ese momento se acercó por la puerta trasera el compañero Faure Chomón, yo le noté que tenía la cara manchada de sangre. Cuando ya Faure se sienta en el asiento trasero y yo me dispongo a arrancar el carro para irme, ya que a Ricardo lo tenía sentado en la parte delantera, al lado mío a la derecha, veo que el carro no tenía puestas las llaves en el chucho y digo: . Ya habíamos sido detectados desde la azotea y ya nos estaban tirando, al extremo que yo veía como las balas picaban arriba del capó. Como si fuera un aguacero. Entonces Faure me dijo: < La máquina donde yo vine está en el medio de la calle detrás del camión>. Efectivamente, cuando fui pa'allá la máquina estaba igual que la anterior con las cuatro puertas abiertas, le entré por la izquierda, cerré la puerta delantera izquierda, la trasera, le di la vuelta al carro, cerré la puerta de atrás, me senté en el asiento del chofer y el auto tenía las llaves puestas, lo arranque de lo mejor y fui y lo aparqué a la misma altura a la izquierda del carro anterior donde estaban Faure y Ricardo Olmedo. Faure se pasó para el asiento trasero y a Ricardo Olmedo yo le grité que se dejara caer de la máquina por la parte izquierda, como yo tenía la puerta abierta, me acosté dentro del carro aguantándome con la mano izquierda del timón y con la mano derecha lo halé y lo ayudé a subir al carro. Lo senté junto a mí y arranqué velozmente por Colón en Dirección a Prado, pero cuando iba llegando a Prado, miré y de Prado en Dirección a Galeano, por Colón, había una cola de perseguidoras que parecía un collar, cuando eso las perseguidoras tenían dos colores, blanco y negro, o azul oscuro, parece que todas las perseguidoras de La Habana estaban allí, pero no pasaban de Prado para allá. Cuando vi todas aquellas perseguidoras, doy un frenazo enorme y doblé por Prado en dos ruedas, no me volqué milagrosamente, por poco me como los leones de hierro esos que están ahí en el Prado, bajé por Prado a una velocidad tremenda, mi intención era coger Malecón, pero Faure por el camino me dijo: < No, entra por San Lázaro, no vaya a ser que venga un refuerzo por Malecón>. Cuando llegué a Prado y San Lázaro, doblé a la izquierda y me encontré que la Policía tenía cerrado con vallas de madera la calle de San Lázaro y Prado, con la alta velocidad que llevaba choqué de frente con aquellas vallas que volaron por los aires hechas pedazos, seguí por San Lázaro, cuando caminé unas cuantas cuadras por San Lázaro me doy cuenta que el palo ese que sirve de soporte a las vallas, iba delante del carro y sobresalía por encima del capó la punta del madero, di un frenazo y, como el palo solo iba aguantado con la velocidad del carro, al frenar salió disparado dando tumbos y cuando vi que ya no tenía el obstáculo arranqué y continué velozmente camino de la Universidad. Seguimos para el Hospital Calixto García. En la entrada del Calixto, igual que en la Universidad, habían policías uniformados vestidos de azul como la Policía Nacional, y un policía con su fusil salió a pararme y prácticamente lo que hice fue acelerar el carro, porque era un Policía que me estaba amenazando con un arma y yo estaba un poco nervioso, porque esa sensación de derrota de huida, los nervios me empezaron a afectar y estaba un poco nervioso en esos momentos, lo que hice fue tirarle el carro pa'arriba al policía para pasarle por encima, afortunadamente, y me alegro que así haya sucedido, aquel hombre dio un salto descomunal hacia atrás y no le pasé por arriba, ya dentro del Calixto, por indicaciones de Faure que decía: , creo que fuimos para la clínica del Estudiante, pues según me contó Faure cuando había tiroteos por aquella zona la dirección del hospital situaba allí cirujanos y demás, fuimos hasta allí con el carro aquel, una cosa que causó estupefacción en los curiosos y el personal médico que allí se encontraban. Faure se bajó del carro con el M3 mío y habló que había un herido grave en la máquina. Él no se detuvo en el hospital, lo atravesó y continuó para la Universidad

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